Valencia, 24 de marzo de 2020.
En estos días tenemos mucho tiempo, también para reflexionar.
Los
acontecimientos previos mundiales, hacían indicar que se acercaba un
cataclismo.
Desde la última crisis, la humanidad estaba
efervescente: crisis humanitaria de inmigrantes provocada por
guerras, Brexit, Trump, líderes fascistas en todo el mundo, grandes
desigualdades entre ricos y pobres: la tormenta perfecta.
Pero, entre
todos los males que nos podrían haber tocado, este es el mejor.
No
ha sido una guerra donde mueren muchas personas indiscriminadamente,
no ha sido un meteorito, no ha sido un terremoto de tamaño de la
Falla de San Francisco, no ha sido una enfermedad infecciosa grave
que mata a cualquiera que se contagia, ha sido un pequeño virus que
la mayoría de la población infectada no lo notará apenas, un poco
de fiebre, tos, y a otra cosa, inmunizado.
Las muertes causadas no
serán indiscriminadas, serán personas mayores y personas con una
salud ya muy precaria, afortunadamente a los niños no les afectará
prácticamente nada.
Y ese pequeño virus, nos va a cambiar la vida
para siempre: ya no haremos recortes en sanidad, desde los gobiernos
se crearán empresas en cada país para fabricar productos
esenciales, valoraremos mucho más nuestra salud, se propiciará la
investigación, estaremos mejor preparados para la próxima pandemia,
se incrementará el teletrabajo y en consecuencia se mejorará la
conciliación familiar y sobre todo, cambiará nuestra manera de
pensar.
Está claro que la crisis que va a causar será de un tamaño
descomunal, pero cuando la pasemos no habrán edificios derruidos, no
habrán familias destrozadas, no habrá carestía de comida ni hambre
porque seremos solidarios y justo por esto, la sociedad será mejor y
pensará de otra manera.
Creo que hemos tenido mucha suerte de vivir
en este tiempo y en esta época.
Jesús F. Godoy.
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